En esta pregunta hay dos imprecisiones y te enseñaré
cuáles son:
Sabemos que el kéfir es una bebida milenaria a la que se le han conferido muchas propiedades benéficas para la salud, lo que no es en vano ya que se prepara gracias a la acción de múltiples microrganismos probióticos.
Los bacilos son bacterias del género Bacillus, los cuales se diferencian de otras bacterias por su particular forma elipsoidal y aunque es verdad que en el kéfir hay cientos de miles de lactobacillus encargados de fermentar la leche (en el caso de los búlgaros) o la panela (en el caso de los tíbicos), no son los únicos tipos de bacterias; también hay streptococcus que son redondas y hongos en el caso de las levaduras (como aquellas que fermentan el pan y el vino, entre otros tipos de levaduras).
Así que la forma adecuada para referirnos al cultivo de kéfir es nombrarlo como gránulos o nódulos, así estamos haciendo referencia a esas matrices gelatinosas que
contienen un universo de microorganismos no solo bacilos.
La segunda imprecisión es confundir el kéfir de leche con el yogur, resulta que son dos bebidas totalmente distintas. El yogur sí se prepara únicamente con
lactobacillus y streptococcus, aunque es probiótico no tiene tantos beneficios para la salud como los tienen el kéfir de leche y el kéfir de agua, además su sabor es inconfundible; mientras que el kéfir de leche es una leche fermentada con un alto nivel de acidez que en
nada se parece al yogur y tampoco al kumis.
Si todavía no lo has probado no te quedes con la duda de descubrir este maravilloso sabor y además será un gran regalo para tu intestino, ya que fortalecerá tu microbiota aportando miles de beneficios para tu salud.
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